Reflexiones de almuerzo en el trabajo

Comer en el trabajo es deprimente.  

End of the story.

No me había tocado atravesar esta situación hasta mayo del año pasado cuando por razones que no vienen al caso (pero ya vendránBUENO CALMATE CÓDIGO X) conseguí un tercer trabajo.

Salgo del trabajo de la mañana para internarme en el de la tarde, que allí me tiene entre sus garras asalariadas hasta las 20 hs.

Y ahí caí en la cuenta que yo no puedo vivir sin comer, aunque la expresión correcta sería no puedo pasar un rato muy largo sin comer. Bueno ok, tengo hambre todo el tiempo.

No se comer en el trabajo, no se de viandas, no me gusta andar con un tupper con los fideos con tuco de la noche anterior y no por cool (como le gusta tildarme a M1. compañero de la tarde) por una cuestión muy sencilla: NO SOY NI SERÉ ORGANIZADA NUNCA JAMÁS. 

No lo digo orgullosa, pero he aprendido a entender que es lo que soy. En mi caos no tengo demasiadas cosas para reprocharme.

Les podría relatar cuales fueron mi últimos tres almuerzos para confirmar la hipótesis de mi primera oración:

- lunes: tarta de zapallitos que le compramos a Rosa en trabajo1 (hay que pedírsela sin sal porque te juro que si no empezás a sentir como te va subiendo la presión hasta 20)

-martes: le robé unas hs a trabajo2 y pasé por casa a comer con hiji. No somos precisamente tradicionales y nos comimos una tarta de queso mientras jugabamos con el "mipai" (ipad, sí no tiene 3 años y jugamos con el ipad llamen al Servicio local para denunciarme).

-miércoles: tengo 19 pesos en la billetera, compro en el kiosko un guaymallén blanco, unas cerealitas de naranja y a eso le sumo un mate cocido (escuchan? es la voz de Soraya gritándome MARGINAL!)

-jueves: véanlo por ustedes mismos.

sandwich de atún y sopa de vegetales (?)

Otro día les contaré sobre mi especialidad para inundar de olor a marginalidad toda la empresa con mandarinas.
Ah y tomarse una hora para almorzar aunque no esté en mi convenio colectivo de trabajo (?) es lo que hago todos los
días
VIVA PERÓN!