Es el signo de los tiempos. No es torpeza, no es ignorancia, es dejar traslucir en palabras la improvisación de quien se sabe parte de una clase, que poco la atraviesan la soberanía y la autodeterminación.
Son conceptos que no tienen nada que ver con una persona que no se le ha presentado un verdadero obstáculo a lo largo de toda su vida y que el esfuerzo y la lucha no los han rozado ni de cerca.
Decir que quienes lucharon hasta su último aliento para lograr la independencia de la corona española, sintieron angustia frente a ese hito histórico, es por lo menos una ridiculez, un absurdo y una falta total de respeto a cada uno de los argentinos y argentinas que creemos en algo más que abultar nuestras arcas.
Esas palabras algunos preferimos escucharlas en diferido, porque cuesta digerir tanta falta de inteligencia de quienes hoy gobiernan. De todos modos la profunda vergüenza que esto nos causa, nos deja un minuto de lucidez para reconocer que hay una lógica linea de repetición de una ideología que se impone desde quienes actúan como mercaderes de los valores de una nación soberana.
Toda esa claridad y rapidez mental que no se vieron en algunas de las postales más patéticas de los festejos de los 200 años de nuestra independencia, se las pido a todos y cada uno de nosotros para no permitir que el desánimo nos adormezca el fuego que estos tiempos merecen.
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